miércoles, 18 de diciembre de 2013

Conocer las Ondas Cerebrales, clave para la salud (2ª parte)



Cada hemisferio cerebral se comunica con el otro a través del cuerpo calloso con un trasvase de información que se cifra en 4x107 bits/s., mientras que nuestro consciente de vigilia en ritmo Beta alcanza tan sólo 40 bits/s. de información.

Por tanto la mayoría de los procesos se hallan bajo el umbral de la consciencia de vigilia ordinaria, es decir nos resultan inconscientes. Si modificamos lúcidamente nuestro ritmo cerebral a Alfa o Theta podemos conectarnos con una información que solemos desconocer.

Hay procedimientos sencillos e inocuos que permiten desde el estado de vigilia ordinario favorecer la integración de la información que acogida en un hemisferio principalmente pueda pasar y reconocerse en el otro. Esto tiene una profunda importancia para el aprendizaje y su fijación como un conocimiento reconocible e integrado.

El estado anímico y de consciencia en el momento de la recepción en la entrada de las impresiones al psiquismo es materia fundamental para el educador al plantearse mostrar un “conocimiento” al educando.

Dado que ambos hemisferios en sus partes constituyentes manifiestan características funcionales propias, en el proceso de aprendizaje conviene generar los procedimientos adecuados para favorecer las conexiones entre las diversas redes neuronales implicadas, permitiendo así una visión más amplia y profunda de la información que se recibe. Hay que tener en cuenta que la “resonancia” de las impresiones es percibida por los hemisferios con visiones que no son exactamente iguales, por ello en nuestro centro atendemos a la importancia de métodos de integración hemisférica.

Uno de los aspectos que permiten la conexión de ambos hemisferios, integrando los contenidos de la consciencia, es el estado que propician las frecuencias cerebrales.

Si recordáis, en nuestro post anterior decíamos que las cuatro grandes franjas de frecuencia de las ondas cerebrales: delta, theta, alfa y beta -y la 5ª gamma- pertenecen a una división técnica realizada por un aparato, “el electroencefalógrafo”; lo cierto es que la realidad es mucho más compleja y los estados de consciencia que se reflejan en las frecuencias que marca el aparato son extremadamente ricos y variados. En este contexto la coherencia de los ritmos cerebrales es la auténtica clave para un funcionamiento cerebral óptimo.

Haciendo alusión a lo anterior, uno de los grandes problemas de la actualidad es que el ser humano se encuentra enfrascado en una actividad vertiginosa, encontrándose su estado natural en el baremo de las frecuencias Beta, cuando idealmente el estado natural del ser humano debiera estar establecido, o al menos aproximarse, a la franja de ondas Alfa como tónica básica.

Una persona que mantiene, o se aproxima, en su actividad diaria de forma natural al estado de frecuencia Alfa, en mayor o menor medida puede acceder en momentos de máxima concentración a las frecuencias más altas de Gamma sin generar ningún tipo de estrés, mientras que el individuo que se encuentra la mayor parte de su tiempo en Beta y accede a Gamma sin control, genera estrés y esto, evidentemente, es caldo de cultivo para diversos desórdenes psicobiológicos.

Por todo ello en las clases que impartimos en nuestro centro siempre hacemos hincapié en la importancia de la coherencia de los distintos estados que representan el espectro de las frecuencias cerebrales. Y esto es posible de forma natural cuando la educación contempla el trabajo sobre la “atención” y los factores emocionales de la consciencia desde edades tempranas, y no solo sobre los contenidos específicos a desarrollar, dando como resultado personas creativas, librepensadores con capacidad crítica y con recursos para buscar y encontrar aquello que necesitan en un momento dado, siempre dispuestos a crecer y mejorar; en definitiva y como consecuencia natural seres humanos sanos y felices.

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